05:55 hrs. Mi día comienza temprano. Aún no consigo despertar completamente y el escaner de los bomberos ya esta sonando. Una agitada operadora anuncia el comienzo de una jornada a mil por hora. “10.0 en Victoria con Lord Cochrane”. Entro a la ducha y me lavo los dientes a la vez. No me demoro en la elección de mi vestuario. Seguramente nadie se dará cuenta que mis pantalones y mi chaqueta serán las mismas de ayer. Todavía no despierto.
De un momento a otro me veo llegando al lugar del siniestro. Se trata de una Fábrica de botiquines “que se incendia por tercera vez” me dice una vecina del lugar. Cuatro compañías del Cuerpo de Bomberos de Santiago trabajan arduamente para sofocar las llamas. Se acerca un colega y me datea. “No hay agua en los grifos”. Afortunadamente un camión aljibe soluciona el problema.
06:37 Suena mi celular. Es mi jefe preguntando; ¿Qué estay haciendo huevón? Sólo por un minuto me dan ganas de decirle; “aquí po, trabajando o vo creis que estoy hueviando”. Sin embargo me arrepiento. Debo alimentar a mi familia.
La instrucción es clara. “Anda a Alameda con Las Rejas y reportea el paro de los choferes de la operadora Express. Llego al lugar y todo funciona con normalidad. Mucha gente en los paraderos, el metro cerrado, una larga fila de personas esperando subirse a un recorrido clon …, pero, “¿Esto es normal?” me pregunto; “¿O no?”. No tengo mucho tiempo y resuelvo informar. “El paro ha tenido un efecto menor en este punto de la capital”. Un diagnóstico ambigüo, apresurado y sin compromisos que en alguna medida refleja la situación habitual en el transporte de Santiago. Se fueron las fotos y el e-mail.
07:15 Me dio hambre. Es la hora del café y la marraqueta con jamoncito. Sin embargo, considero el apuro, y las sopaipillas de la señora claudia me sacan de apuro. Suena nuevamente el celular. Adivinen quién es. “Si jefe…, claro…, si entiendo…, vale…, nunca más…, ya entendí”. El caballero me sugiere que mi informe contenga un poquito más de nervio, sangre y elaboración. De lo contrario me mandará a entrevistar a Pinilla. Suena el escaner de bomberos nuevamente. “10.4.1 en Bilbao con Florencio Barros. Dos heridos. Se solicita rescate en el lugar” Dice la misma agitada operadora. Llego al lugar y se trata de una camioneta y un auto que chocaron violentamente. Hay derrame de bencina y bomberos trabaja en el lugar. Las mujeres lesionadas necesitan ser trasladadas inmediatamente a un centro asistencial. No ha llegado la ambulancia. Este panorama pone nervioso al joven oficial de Carabineros y me dice: “Aun no están identificadas las personas, por favor retírese y déjeme trabajar”.
07:52 Bomberos se retira del lugar. El tránsito ya fue restablecido. Los lesionados va en camino a la Posta y ya me hice amigo de un suboficial de carabineros con años de experiencia que me datea. “Flaquito en el Camino el Alba hay un procedimiento. Las unidades van en camino. Hay 4 heridos graves. Rápidamente emprendo camino. “Apurate po huevón” le digo al chofer del móvil que lentamente transita por el sector oriente. “Vo´ me vay a pagar el arreglo de la camioneta”. No tengo respuesta y me tengo que morder la lengua.
Llego tarde. En el lugar ya hay equipos de prensa. Se llevaron a los heridos y a uno de los autos involucrados en este nuevo accidente. Sin embargo, la imagen de un Toyota Yaris nuevo, que está totalmente destruido en su parte frontal, con los “air bags” activados y los vidrios regados por toda la calle, salvan el esfuerzo realizado.
El día recién comienza y siento que por mis venas corre adrenalina pura. Acelerado, enajenado y alterado son algunos de los calificativos que describen mi actitud. Vibra mi teléfono y suena nuevamente. Seguramente ya se imaginarán quién esta llamando. Lo de Pinilla no era chiste hablará en conferencia de prensa para contar una más de sus aventurillas. Santiago anda a mil por hora y yo también. De mi barrio no se nada, no me acuerdo a qué hora salí, ni tampoco sé cuando volveré. Y como dijo Sócrates; “Sólo sé que nada sé”.